El sabor a piña me recuerda a una cosa que me pasó con siete años.
Yo ya había terminado de comer y me tocaba el postre, como no, me tocaba piña,
cosa que yo odio. Me puse a llorar para no comermela pero mi madre insistió. Con el llanto y la piña en la boca me atraganté.
Fue horrible y nos pegamos un susto tremendo, sobre todo mi madre.
Ahora odio la piña mas que nunca.
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